Enfoque crítico sobre los cuentos de René del Risco
Metodología de análisis
Para medir la magnitud de un escritor, tomo en cuenta unos parámetros que considero básicos para un análisis crítico de carácter científico, y así medir el nivel de elementos nuevos del creador artístico. Estos son también válidos para establecer el alcance de aportes de un investigador científico o filosófico o técnico; es decir, en cualquier rama del saber.
Me refiero a los siguientes: A) niveles de creatividad o hasta qué punto el autor rompe los esquemas creativos de la literatura que lo antecede; B) escalas de verosimilitud y credibilidad o cómo logra hacer que el lector asuma como cierto o susceptible de haber ocurrido, aunque lo narrado resulte en principio convencionalmente increíble, y ahí reside su capacidad para envolver y seducir al lector; C) manejo de los recursos técnicos o buen uso de la elegancia verbal, en palabras y frases que se oigan y lean con agrado y riqueza en el manejo de la lengua, así con una gramática correcta: sintaxis, semántica, ortografía y ritmo lírico, D) grado de profundidad filosófica o conceptual, o que nos mueva a reflexión sobre algún o algunos aspectos relativos a las grandes leyes y contrasentidos filosóficos y científicos del vivir, despertando curiosidad sobre la naturaleza y conducta del mundo y sus partes;E) grados de sensibilidad humana o elementos que resulten conmovedores para el hombre en sus distintos aspectos psíquicos, psicológicos, psiquiátricos, antropológicos de su conducta instintiva e intuitiva, animal y racional, contribuyendo de esta manera a educar o deseducar su manejo de los sentidos; F) alcances éticos, referidos a los deberes o anti-deberes que profundizan en una determinada visión de valores y antivalores de la conducta como causas y motivaciones profundas de unas reglas personales de conducta, ya sea religiosa o simplemente espiritual; G) bases morales, de modo que el autor sea capaz de recoger hábitos y reglas cotidianos de los pueblos, determinados por las costumbres y modos de vida particulares.
Claro, ninguno de estos elementos deben dominar el hecho creador, el hecho literario ni la mente del autor, sino que deben ser herramientas de laboratorio, piezas, material de trabajo, insumos de construcción que el escritor pondrá en el camino de su obra para que sirvan de sustrato e impulso a las ideas que se ha propuesto llevar al lector.
Evidentemente, la razón de ser de las obras de arte, no es educativa aunque eduque; no es filosófica, aunque filosofe; no es ética, aunque contenga valores; no es la buena gramática, aunque deba tenerla; no es sorprender creativamente al lector, aunque debe hacerlo; no es ser moral, aunque deba contenerla.
Su misión es emocionarnos, transportarnos a los más profundos territorios del ser, de forma divertidamente dolorosa o divertidamente alegre, o divertidamente educativa, o divertidamente moral; lograr siempre profunda y eternamente, sacarnos de nuestro común y normal estado de conciencia, por encima de épocas, culturas, costumbres, pueblos, conocimientos, razas, credos, convicciones, ideales.
Rápido retrato biográfico
En los 35 años de su corta vida, René del Risco Bermúdez desarrolló un notable corpus narrativo compuesto por 26 cuentos y una novela. También escribió muchos poemas, colectados en el volumen El viento frío. Por si eso fuera poco, fue locutor, productor de televisión y radio. Además, realizó una gran cantidad de excelentes campañas publicitarias, comerciales de televisión, artes de prensa, versiones de radio, vallas, etc.
Cabe anotar que los grandes creativos del mundo han creado anuncios que son verdaderas obras de arte, cuya gracia, encanto e impronta psicológica y espiritual impactará siempre en quien los vea, aunque ya no existiese el producto para el que fueron hechos.
Algún día, el mundo artístico incluirá entre sus géneros a esas ingeniosas joyas de los creativos publicitarios, que son tan válidas creaciones como los cuentos, poemas, ensayos y dramas. Un ejemplo de esa belleza artística al servicio del comercio son dos eslóganes creados por Del Risco: “Haché: Desde la varilla inicial hasta la pintura final” y el otro: “Café Santo Domingo: Sabor que empieza en el aroma”.
Desde mi punto de vista, el René del Risco Bermúdez cuentista es más innovador y profundo que el René poeta. En este caso, estudiaré sus cuentos.
René del Risco Bermúdez nace en San Pedro de Macorís, el 9 de mayo de 1937 y muere en Santo Domingo el 20 de diciembre de 1972. Fue poeta, narrador y publicista dominicano. Una de las figuras esenciales en el tránsito de la literatura dominicana desde la Era de Trujillo a los intentos democratizantes de los años 60, junto a Miguel Alfonseca, Marcio Veloz Maggiolo, Ramón Francisco, entre otros.
Nació dentro de una familia de larga tradición intelectual. Su abuelo fue Federico Bermúdez, el primer poeta social dominicano. Fue primo del publicista, locutor y presentador de televisión Yaqui Núñez del Risco, a quien introdujo al mundo de la publicidad, y de Federico Jovine Bermúdez, poeta, narrador y ensayista muerto este año 2017.
A finales de los años 50 se trasladó a Santo Domingo, entonces Ciudad Trujillo, para estudiar derecho en la Universidad. Se vinculó a la lucha contra el trujillato, formando parte del Movimiento Revolucionario 14 de Junio. En 1960 es apresado y deportado a Puerto Rico. Cuando regresa a la isla, en 1962, se dedica principalmente a la literatura. Durante la Guerra de Abril de 1965 se integró al grupo de Artistas de Arte y Liberación, que se plantearon un trabajo de apoyo al movimiento constitucionalista. Pasada la guerra, se dedicó a la publicidad, fundando a principios de los años 70 la publicitaria Retho. Su poemario El viento frío (1967) fue dura e injustamente criticado por la conciencia que tuvo en torno a la crisis del sujeto tras la Guerra de Abril.
Con René del Risco Bermúdez, la literatura dominicana se integra por completo al denominado «boom» de la literatura latinoamericana. Su interés por la escritura de cuentos y la poesía lo vinculó con agrupaciones culturales como La Máscara, donde comenzó y se confirmó su vena literaria. Del Risco realizó una labor de articulista, a la vez que se relacionó con el quehacer radiofónico a través de programas como Atardecer en HI1J y el programa Montecarlo en HIJB, y en la televisión con su programa Noche de ronda.
Fue fundador junto a figuras como Marcio Veloz Maggiolo, Miguel Alfonseca y Ramón Francisco del grupo cultural El Puño. Algunos de sus escritos son El viento frío(poemas) y cuentos como En el barrio no hay banderas y Ahora que vuelvo Ton. Este último, fue adaptado para televisión por el cineasta Jimmy Sierra.
Falleció en Santo Domingo en un trágico accidente mientras conducía, sin ninguna compañía, su vehículo en la avenida George Washington (Malecón), a los 35 años de edad, al llegar a la curva frente al Banco Agrícola.
Dejó inédita la novela El cumpleaños de Porfirio Chávez, donde trata las consecuencias del trujillato sobre la vida cotidiana en los años 40 de su Macorís natal. La obra fue publicada por Ediciones Cielonaranja, y fue considerada por el crítico Miguel D. Mena como «el eslabón perdido de la literatura dominicana», debido a la manera en que se adelantó en temas que luego serían tópicos en la literatura latinoamericana, como la figura del dictador y el sentido del bolero en la sociedad dominicana.
Extraído de Wikipedia, con algunas modificaciones formales y datos que agregué.
Influencias y panorama estilístico
A la hora de definir rasgos que identifican el quehacer narrativo de René del Risco, lo primero que llama la atención son sus títulos. La gran mayoría referidos a palabras y categorías pertenecientes al tiempo: Cualquier tarde de éstas; Los días de marzo; El sábado es el mejor día; La noche se pone grande, muy grande; Esta noche acabará dentro de poco; Un día que se llama domingo; Del otro lado del día, Ahora que vuelvo, Ton; El mundo sigue, Celina; Se me fue poniendo triste, Andrés; No sirven después las palabras.
El nivel de lengua empleado por René es habitualmente sencillo, directo, coloquial, y muy relacionado con los slangs, jergas o modos de habla de la juventud de su época: música, discotecas, bares, burlas barriales, etc. El talento de nuestro autor es indiscutible. Sin embargo, al morir, es todavía lo que yo llamaría un escritor en construcción, tanto el poeta como el cuentista; pero sobre todo el poeta. Por eso, su poesía no fue tan inventiva e innovadora como los cuentos. Sin embargo, es un poeta de gran valía porque su lírica es fuerte, intensa, con una alta sensibilidad humana, pasión social y amorosa, sensual y rítmica, con seductoras metáforas, como aquella del poema El viento frío: “…el viento frío que acerca su hocico a los cristales…”pero su poesía no encontró tantas formas y modos de l tema de cuento; en la seleccion ucir al consumidor de los productos anunciados.la que tenescenarios; en el despliegue cimnuevos de expresión como ocurre en sus cuentos, muchos de los cuales son verdaderas piezas de antología dentro de la narrativa nacional.
No obstante, también en su cuentística hay detalles mejorables, propios de un escritor de gran talento, pero todavía joven y en crecimiento. Por eso, en muchos casos, cuando el cuento se extiende pierde parte del suspenso. Ya que usa muy poco el doble escenario y otros recursos similares que los veteranos autores emplean para jugar a despertar el interés del lector por lo que pasará en un lugar, mientras lo lleva al otro, y viceversa. En cambio con frecuencia, su narrativa es lineal, aunque intensa por la naturaleza de las historias que cuenta. Tiene, por otra parte, sus grandes méritos: muy bueno en la escogencia de situaciones; en la selección de los temas y enfoques; el retrato de personajes y escenarios o locaciones; excelente manejo de la brevedad; despliegue cinematográfico de sus historias. Estos dos últimos recursos, probablemente aprendidos muy bien con su ejercicio de la publicidad, en el que debía hacer cortas, dinámicas y conmovedoras historias para seducir al potencial consumidor de los productos anunciados.
En los cuentos del autor, el telón de fondo más frecuente, casi total, es la ciudad. Un ingrediente nuevo que él y su generación imprimen a la narrativa nacional, trayéndola del campo a la ciudad. Relativo a dos urbes: unas veces Santo Domingo, específicamente en la vieja Ciudad Nueva; y por otro lado San Pedro de Macorís, su ciudad natal.
En los aspectos formales, nuestro autor hace hincapié en lo aprendido de los escritores del llamado boom latinoamericano, que surge y corre por la década de los años 60 del pasado siglo XX, quienes ejercen un gran influjo sobre él, por sus estilos y temas narrativos.
Estos se dividen en dos grupos: los ejercitantes del realismo mágico y los practicantes de lo real maravilloso.
El realismo mágico se caracteriza porque el narrador o poeta basa su ficción en tomar los mitos de los pueblos (tradiciones y cuentos de camino mágico-religiosos) y recontárnoslos como si fuesen reales, verosímiles, como verdades literarias. En el caso dominicano diríamos que el bacá, la ciguapa, la santería tipo Santa Martha la Dominadora o los dioses africanos mezclados con el santoral católico, convertidos en personajes literarios, con sus supuestos milagros, sus maldiciones y engaños, bendiciones y milagros.
Lo real maravilloso es la corriente narrativa o poética en la que el escritor no parte de las tradiciones mágico-religiosas, sino que inventa sus propios mitos y personajes, toma la realidad simple y común y la pone a desarrollar acciones que sorprenden al lector por lo fantásticas y maravillosas. Aquí el escritor se parece al mago que saca palomas de un sombrero o que pone a levitar a una persona, o simplemente convierte una gota de agua en algo vivo, con sentimientos humanos, instintos animales sin perder su naturaleza de cosa sin vida. Cortázar y Borges son de los más geniales creadores de este tipo de ficción narrativa; Pessoa y Gelmán, Juarroz entre otros, lo hacen en el campo poético.
Digamos que tanto en realismo mágico como en lo real maravilloso, los dominicanos tenemos la gloria de que Juan Bosch fue predecesor de ellos en Latinoamérica, con cuentos como Dos pesos de agua, el Resguardo o Cuento de Navidad (realismo mágico) o en La bella alma de don Damián, Los últimos monstruoso La mancha indeleble(de lo real maravilloso).
Principalmente con René del Risco, además de Miguel Alfonseca y otros de su generación, la República Dominicana ingresa al desarrollo de los mecanismos más truculentos e intrépidos de lo real maravilloso que, como acabamos de decir, Bosch había iniciado.
René del Risco, en lo que a lo real maravilloso se refiere, emplea recursos inventivos de gran audacia a partir de lo logrado por Borges, Cortázar, Vargas Llosa, Onetti, Roa Bastos y otros escritores del referido boom latinoamericano.
También del Risco asume recursos innovadores en cuanto a la selección de la voz que ha de adoptar el narrador.
La forma de más usanza en el cuento universal había sido la del llamado narrador omnisciente que cuenta en tercera persona, como un dios creador de sus personajes, hechos y situaciones, que no interviene directamente en la historia. La otra forma de gran uso y antecedentes es la primera persona, en la que el narrador cuenta muchas veces su propia historia o la de otra persona o personas con las que ha convivido y convive e interactúa, como si fuese lo que en teatro es un monólogo. En cambio, René del Risco y los narradores de su generación de los años 60, introducen en la literatura dominicana una voz menos acudida: la segunda persona narrativa. En ella,el narrador convierte al lector en uno de los personajes o es al que le ocurre lo que se narra en el cuento, poema o novela. Diríamos que en Latinoamérica es más frecuentada a partir de la sexta década del siglo XX.
Un buen ejemplo es el cuento de René La noche se pone grande, muy grande, que empieza así: “Nunca podrás limpiarte el rostro completamente. Por más que estrujas el pañuelo en tu mejilla, lo haces una pelota, intentas taponar la herida. Seguirá fluyendo la sangre y ese ardor te molestará”.
A propósito, este excelente cuento, el cual nos despierta un gran recuerdo de aquel de Cortázar llamado La noche boca arriba, que aparece en el libro Final del juego, de 1956.Claro, la temática y ritmo son muy diferentes, aunque tengan esa cierta semejanza estilística.
El cuento de Cortázar comienza con un muchacho al que le ocurre un aparatoso accidente de tránsito en una motocicleta. Lo hospitalizan y ponen muchas vendas porque quedó muy maltrecho. Allí, tiene la pesadilla de soñar que él es un indígena condenado a muerte en su tribu, y lo amarran para lanzarlo a un precipicio. Ese doble escenario maneja Cortázar con maestría suprema.
En el cuento de René del Risco, pues, hay también un doble escenario, pero en este caso se trata de un joven que, cuando era muchacho, pelea y recibe un gran puñetazo que le marea y oscurece el mundo. Ese mismo joven, años después es un guerrillero perseguido intensamente por los militares. Jadea, se cansa, sufre, tiene hambre, ve caer a sus compañeros, y finalmente un disparo de fusil hace su noche muy grande, tan grande como aquella que recuerda ahora; la que le creció cuando era adolescente, al recibir el referido fortísimo puñetazo en un ojo, propinado por un compañero en un pleito callejero.
Otro tipo de cuentos de nuestro autor podemos verlo en Cualquier tarde de estas. En este, practica lo que yo llamaría el cuento de pura inventiva mental, imaginativo. En el mismo, un hecho real visto por el autor desencadena el ejercicio de un despliegue del pensamiento, para luego hacernos ver que todo fue una especulación suya a partir de lo observado. El influjo de Cortázar se ve también en este cuento. Se trata de que el autor ve a una niña con una carne en la boca, disfrutando de masticarla, y eso lo conduce a hacer un cuento en el que la llama Marcella, y la muestra con él en unos manoseos sexuales de adolescente y furtivas caricias en el cuarto de baño, en la habitación, la cama, etc. Finalmente, el narrador nos hace caer en la realidad de que nada de eso ha ocurrido, que no conoce a ninguna Marcella, que es puro invento suyo y no han ocurrido sus devaneos sexuales con ella, porque todo el cuento no es más que puro invento mental suyo, que ha dejado correr su imaginación a partir del simple hecho de ver a una niña que no conoce, a la que observa mientras mastica un pedazo de carne con placer.
Paseo cuento por cuento
Aparte de estos dos ya comentados, hagamos un rápido retrato de cada uno de los cuentos de René del Risco, incluidos en un único tomo publicado por varias editoriales: Editora Taller y Cielonaranja y Manatí. En el caso de estas dos últimas, con un excelente prólogo hecho por el crítico y editor Miguel de Mena. Veamos:
Los días de marzo. Se trata de un texto donde juega con un hecho que nunca menciona directamente, sino que solo lo insinúa: el embarazo de una adolescente por parte de un colmadero, adonde ella va a comprar con cierta frecuencia. Todo el mundo sospecha el asunto, pero nadie habla directamente del mismo, y así llega hasta la última línea del cuento. Termina con una solución que deja abierta, para que el lector la solucione con su propia imaginación y preferencias.
El sábado es el mejor día. Es un retrato vivo del sábado bullanguero de los barrios de Santo Domingo; del vago que vive como un patchat, a costa de los trabajos de Flora, su mujer. Ella lava, plancha, hace distintos oficios para ganar la vida y mantener a los hijos de ambos, mientras el padre solo desea lucir bien, llamar la atención por su rostro bien afeitado, leer los periódicos y brechar todo lo que ocurre en el barrio. Flora le repite y repite que trabaje, y él da siempre la misma respuesta: “Deja de repetir lo mismo, Flora. ¡No vas a sacar nada molestándome!”. Al final del cuento, la rabia lo domina y la golpea repetidamente muy fuerte, y le aprieta el cuello hasta oírle el sonido del crack, posiblemente mortal.
Esta noche acabará dentro de poco es un cuento en que el autor emplea la técnica de varias voces alternativamente: narran la vieja campesina, el escritor omnisciente, el capitán Belisario Carrasco. Es un cuento, al igual que otros, en el que el autor frecuenta mucho la técnica del final abierto, donde deja al lector que deduzca, imagine y arme el cierre esperado. En este caso, la caída de la guerrilla, cansada, enferma, herida, destruida moral y físicamente.
En eso, el recurso narrativo usado es similar a Los días de marzo, que comentamos más arriba. Del Risco nos deja que deduzcamos el final, o lo inventemos nosotros.
Esto le pasó a Teresa es un interesante cuento donde se reflexiona en torno al hecho de que mucha gente tiene demasiado preocupación acerca de qué piensan los demás sobre ella. Eso lleva a Teresa pelearse con la gente de forma tan airada porque ha oído que la acusan de puta, hasta que la policía se la lleva presa.
Un día que se llama domingo. Es una especie de retrato variopinto del sector pobre de Santo Domingo, donde la política, la miseria y los tragos, la represión militar, los festines de prostíbulo coexisten en un mundo contado en fragmentos que se interponen, tipo las películas de Fellini. En este cuento, el hecho principal lo constituye la sucesión de acontecimientos. Con esto, rompe la idea boschista de que el cuento debe tener un hecho central que se desarrolla como una flecha recta.
En el barrio no hay banderas es un cuento interesante desde el punto de vista de que empieza con la muerte del Tinellel (deformación de la palabra inglesa teenager, que significa adolescente) por parte de la policía, durante una manifestación en la que se arma, en palabras del autor, un molote o corredera. Informado esto desde las primeras líneas, el narrador consigue que nos quedemos escuchando al compañero del muerto narrando el velatorio, el llanto de la novia, la mosca que insiste en asentarse sobre la nariz, entre los ojos y en la boca del muerto, a pesar de que la novia la espanta con un cartón. Este tema de la mosca pudo haber sido un elemento interesante para darle magia al texto, pero solo ocurre como parte del proceso narrativo, como elemento de entretención al lector.
Desde Viet-Nam bajo una lluvia de cenizas es excelente, pues se trata del monólogo de un soldado norteamericano perdido en el innumerable grupo de jóvenes que eran enviados a la guerra de Viet-Nam que ellos no comprendían: mezclados con drogas, mujeres, masturbaciones y los recuerdos de los programas de tv y radio, y el mundo callejero que habían dejado para ingresar en esa lluvia de cenizas y balas destructivas que fue esa como toda guerra. Lo interesante de esta historia es que en él no tiene la normal sucesión de escenas, concentradas en un acontecimiento sino un panorama mental de todo lo que pasa por la cabeza del joven soldado, hasta que no puede seguir narrando, porque un punto suspensivo nos deja con la incógnita de si un plomazo, mina o cañonazo ha puesto fin a su vida.
Todas son Eurídice es un curiosa narración contada al estilo de las películas de Fellini, por fragmentos inconexos que tienen un punto común: el aburrimiento de la soledad mientras espera a la amada, que puede disipar el paisaje; el paseo con un amigo por el malecón; el recuerdo de canciones, películas y anuncios callejeros y televisivos; el recuerdo de escenas con la amada, y finalmente la conclusión de que la ciudad no sirve para esperar a la o las Euridices –que vienen siendo muchas de sus novias- de las que es un Orfeo, acorde con el retomado mito griego.
“…Y se encienden las luces. Muy buena historia, en la que un par de jóvenes se sientan en su esquina acostumbrada del cine, se apagan las luces, y él lleva las manos a las piernas de ella y su falda corta que se le sube a medio muslo. Luego comienza él a pensar en que ella se angustia por sus gestos odiosos, etc., y piensa que han subido a un edificio y ella se pone en la baranda y se lanza para suicidarse. Él queda con el golpe de conciencia del que no sabe si fue ella que se tiró o si él la empujó, y sigue con sus elucubraciones hasta que encienden las luces del cine.
Posiblemente se inspiró en el cuento El río, de Cortázar en que una novia o mujer suya con la que discutía mucho, de repente encuentra que se ha lanzado al río y los socorristas están sacando su cadáver.
Cuento No. 1. Defectuosa o virtuosamente, el autor vuelve aquí al recurso del cambio frecuente de voz narrativa. En un comienzo es de primera persona. Luego pasa a la tercera y vuelve a la primera, y de ahí salta a la segunda. Asímismo, unas veces habla en futuro, otras en presente, o en pasado, alternativamente, sin previo aviso, y en un mismo párrafo muchas veces. Esto disloca un poco al lector, aunque también es un juego, un desafío a nuestra fuerza para poner atención, concentrarnos y dar seguimiento al proceso narrativo, buscando hacernos el lector cómplice que buscaban muchos autores del boom latinoamericano. Se trata de un hombre que va en su vehículo levantando el polvo por el camino, yendo de un lado a otro, corriendo locamente, algo parecido a como murió René del Risco en curva del Banco Agrícola, en la Washington. Luego se detiene al llegar, y se coloca el poloshirt en la cara como con vergüenza de encontrarse con alguien a quien no podría explicarle su deambular en el vehículo y el polvo levantado, las piedras impulsadas por las gomas, etc. Refiere un conflicto con una mujer que no luce estar presente. En la primera página ella se llama Caridad, que está en el baño. En la siguiente aparece una Claire con la que ha tenido unos hijos.
Sin embargo, la esencia de esta historia es referida al contraste que al autor le produce haber salido hacia Puerto Rico durante un buen tiempo (deportado por la dictadura de Trujillo) y luego regresar y chocar con que San Pedro de Macorís, su ciudad natal, ya no es la misma. Ha perdido aquel esplendor de los tiempos de su niñez, cuando era la principal del país, por ser el gran enclave de la otrora esplendorosa industria azucarera. Llega a la ciudad y da vueltas en un carro y quisiera esconderse en la chaqueta para que la gente no vea en su rostro el impacto amargo, depresivo, angustioso, triste, que le produce la frustración de encontrar a su amado pueblo tan decaído, polvoriento y abandonado, que ya no es la romántica Sultana del Este y el Macorís del Mar que disfrutó en su niñez.
Cuento No. 2 es una narración en la que el autor hace un retorno hacia sus años de juventud en los que estuvo involucrado en la lucha contra Trujillo. Luego cae Trujillo, pasa la Guerra de Abril y sube Balaguer con su rostro de yo no fui, en la televisión, haciendo contraste con el medallerío de Trujillo, pero con la misma represión. Nos narra cómo lo detienen, lo golpean, lo torturan para que hable, y todo esto lo contrapuntea con el letrero balaguerista de AÑO DEL DESARROLLO. El efecto sorpresa que nos da al final es que todo eso no ocurrió realmente en el cuento, sino que lo estaba pensando, y sale de esos pensamientos cuando su mujer lo llama a comer una sopa que le ha preparado.
Cuento No. 3. Este cuento tiene la originalidad de que la protagonista es su ciudad natal, revisitada, envuelta en su asfixiante y gris nube de polvo. El autor se identifica con el hombre gordo que llega con un maletín (porque lejos de su vida ha quedado el joven apuesto y elegante que había sido, cuando se marchó hace unos años) y se encuentra con su pueblo tipo Luvina, la ciudad fantasma que inspiró a Rulfo su Pedro Páramo. El abandonado y triste pueblo suyo. Se acuerda de que allí estaba la farmacia, de su novia Ana María, que ahora es una gorda rechoncha, y otros detalles frustrantes. Y aquí al final del cuento nos menciona el Viento Frío que se siente en el poema del mismo título. Se coloca en el viejo balcón y de allí mira todo, y le entran ganas de llorar por el desastre que encuentra, en el que todo es viejo; siente la remembranza de su niñez, de la profesora que enseñaba a cantar, la que daba clases de pintura; fina cultura que ha sido sustituida por lo que él considera una vulgaridad: “El florón está en mi mano y en mi mano está el florón; que lo tienes tú, que lo tengo yo, que lo tiene él”, de Johnny Ventura que suena escandalosamente en las bocinas. Y hace un contraste con lo otro que considera burdo: la vieja tonada “Salve San Cristóbal, cuna de Trujillo…”, y alude a las mujeres de grandes nalgas bailando con sus espaldas desnudas en la era del tirano. Y aquí al final del cuento nos vuelve al Viento Frío que se siente en el mencionado poema; vuelve a colocarse en el viejo balcón, y de allí mira de nuevo la ciudad, y le entran ganas de llorar por el desastre que observa, en el que todo es decadente, lúgubre y triste. Cuando va a llorar empiezan los truenos y es la ciudad la que llora a través del terrible aguacero.
Del otro lado del día es un cuento también de remembranza del pasado, que parece una obsesión del autor, lo mismo que la ciudad de Santo Domingo y la de San Pedro de Macorís, al igual que el automóvil que está casi en todos los cuentos, además del cine. “…los pies apenas pisaban en el polvo, el mismo polvo donde la planta de aquellos hombres se marcó siglos atrás, todo es lo mismo, pisamos sobre las pisadas de otros que van buscando a su vez otras pisadas que les han precedido y esas otras pisadas no se sabe de dónde vienen como tampoco saben estos otros adónde van las suyas…”. Esto es como un resumen de lo que ha sido la vida de René del Risco, cuyos cuentos son siempre muy personales, muy casi en primera persona, muy vivenciales y son como si su vida misma estuviese siendo contada en ellos, como una especie de memoria camuflada en literatura, en ficción de lo real o lo real-personal-ficticio. Este cuento está hecho con la técnica del monólogo mental en el que van desfilando ante el personaje distintas instancias de su vida: sus tiempos escolares, su vida en Puerto Rico viendo a un hombre que trabaja en un alto edificio en construcción con el riesgo de caerse, y de ahí pasa de repente a hablar de Alicia, su mujer, que llega del trabajo y se tira de espaldas en la cama con todo y ropa. En esto, recuerda a la novela En busca del tiempo perdido, en que el narrador va soltando todo lo que viene a su mente mientras está acostado en su cama frente a una ventana por la que hace pasar toda su vida de forma irregular, a manera de sueño en que se entrecruzan hechos, situaciones, conflictos, felicidades, borracheras e inconsciencias. Hay en este y otros cuentos un existencialismo hiriente, visceral, no intelectual sino moral, desmoralizante, frustrante; y uno siente que todos los personajes son el autor en su desesperanza, en su amargura de que los sueños se han disuelto en lo polvoroso de las ciudades, tal como se ve también en su poesía, especialmente en la que reitera obsesivamente el Para qué, y en la que da título a su colección de poemas: El viento frío, que antes mencionamos.
En esta narración, como en otras muchas, hay más reflexión amarga que relato detallado de los hechos. Más bien hay alusiones, referencias, donde al autor le interesan los fragmentos de historia en la medida en que sirven de explicación y causan un efecto psicológico en que el narrador se encuentra al momento. Los diálogos son poco frecuentes, casi nulos; las descripciones de paisajes son aludidos, pero casi nunca descritos en detalles dramáticos de choques de una persona con otra, de discusiones, etc.
Este es el cuento más largo del autor, y está dividido en tres partes: 1. Referido a la ciudad de Santo Domingo, en su curiosidad de visitante, interrumpido con un final en que una llamada telefónica lo detiene y termina. 2. Alusiva a su presencia en Puerto Rico, en que mira los edificios y le llama la atención un hombre que corre el riesgo de caerse de una soga que lo sostiene para colocar unos blocks, y tiene un suspenso que hubiese dado posiblemente una buena historia en sí mismo. 3. Contentivo de una serie de reflexiones sobre la vida, el tiempo, sus dolores existenciales, visualizados a través de la relación marital con una mujer llamada Alicia, con la que lo une el desamor, y con quien tiene casi exclusivamente una relación sexual para desahogarse ambos sin quererse. Termina en una descripción casi idéntica al accidente donde René del Risco murió.
Ahora que vuelvo, Ton. Es el cuento más conocido y analizado del autor, y también probablemente el mejor de todos. Nos refiere al choque psicológico que sufre el visitante, similar al que se produce en su Cuento No. 1, pero en este caso no se refiere, -como en aquel- a la ciudad decaída, sucia y polvorosa. No. Aquí la sorpresa es más dolorosa, impactante, agria, pues se refiere a las diferencias sociales del estudiante que viajó y se hizo profesional y viene con todo su cachet a limpiar los zapatos, y se encuentra con que aquel Ton que lustraba zapatos cuando eran niños, y que sigue en el mismo oficio; mientras él, en contraste, viene bien vestido, graduado por una universidad extranjera, con todo su éxito de clase y profesional.
Tiene el elemento creativo valiosísimo de que ocurre todo en el pensamiento del que revisita su ciudad en un recorrido mental por todo su pasado, durante el corto tiempo en que su viejo amigo Ton le da brillo a sus zapatos. Ton no lo conoce, ya no lo recuerda. Está contado con la voz de la segunda persona: “Eras realmente pintoresco, Ton, con aquella gorra de los Tigres del Licey, que ya no era azul sino berrenda, y el pantalón de kaky que te ponías planchadito los sábados por la tarde para ir a juntarte con nosotros en la glorieta del parque…”.
A la vista de todos. Historia experimental en sus comienzos, siguiendo las técnicas de Borges de aludir desde el principio a la condición ficticia del personaje principal, Bélgica, a quien el autor va explicando al lector cómo va construyendo el personaje, sus características en las que muestra cómo la construye a conveniencia de sus propósitos narrativos, ajustada a la historia donde la coloca, tal como hace Borges. Luego se adentra en el mundo publicitario-político de fines de los años ‘60 del siglo XX, con los anuncios, el mundo de las fantasías femeninas, los hippies y sus intentos de romper tradiciones. Finalmente menciona a Cortázar, a Borges, para cerrar el cuento diciéndole a Bélgica que ella es un personaje real y como si fuese un principio de su poética personal, le señala que “un escritor solo debe entrar a tu mundo para contar verdades”.
El mundo sigue, Celina es alusivo a la vida azarosa y triste de la prostituta que ha de enfrentarse a todo tipo de hombres, a situaciones engorrosas por los pleitos que se producen en los burdeles, los diferendos con otros cueros, como le llamamos los dominicanos, etc. Al final, señala que la vida sigue y sigue en ese aburrimiento interminable del prostíbulo. La historia no es muy entretenida; es más bien un poco aburrido por el manejo de la secuencia narrativa de los acontecimientos sin teñirlos de la actuación dramática de personajes que interactúen y le den vida a la continuidad narrativa.
Se me fue poniendo triste, Andrés. Este cuento y Ahora que vuelvo, Ton, están entre los mejores cuentos de René del Risco, y son de antología. Posee gran fuerza poética como debe tener toda buena narración literaria. Crece su intensidad en la medida en que narra el acercamiento entre Pedro Juan, el barquero y la Negrita, una joven simple, del pueblo, con la que se une en ese tipo de matrimonio popular que consistía en “llevarse a la muchacha”, “mudarla, “…y ya somos marío y mujer” de aquellos tiempos. Él no emplea esas palabras, porque son muy campesinas, y la cuentística de René es urbana, rabiosamente urbana. La Mercedes, la barca de la que vivía, llevando a la gente a cruzar el río Ozama, es vilipendiada cuando surgen las yolas de motor, y porque luego la gente prefiere cruzar el río en vehículos por el puente, y eso va empobreciendo al barquero. Está historiado en primera persona (Pedro Juan) y narrado a una segunda (Andrés), y al final nos enteramos de que él no le cuenta nada a nadie, porque ya Andrés está muerto, muerto de pobreza, cuando dijo, “ ‘no doy un viaje más’, y dejaste la yola a medio varar, y después te vi flotando debajo del puente con los ojos amarillos e hinchados”. Nos enteramos entonces de que todo lo contado es lo que los franceses llamarían un retournement del hombre solitario que recuerda a su Negrita y su amigo Andrés, mientras mira con tristeza las aguas del río Ozama.
No sirven después las palabras es encantador, innovador, uno de los textos mejor logrados del autor. Desde el principio nos dice que está inventándose el nombre de los personajes, que los está dibujando a su manera, anteponiéndonos enseguida cómo y para qué está armándolos.
Es algo -como he dicho antes- aprendido de Borges, de quien luego copia fragmentos entrecomillados, al igual que de Onetti y Sábato. Con esto de incluir fragmentos de otros autores en un cuento, René introduce una innovación valiosa dentro de la cuentística dominicana: la modernamente llamada intertextualidad. Una fórmula que muchos años después desarrollan otros creadores, como Luis R. Santos en su novela Los oficios del placer. Cita y discute métodos y formas de escribir de distintos narradores. Otra innovación excelente es que ya en la página 184, con voz en primera persona, el autor narra la angustia que le provoca su personaje Alicia, de quien expresa que la odia por sus conspiraciones contra Lisandro. Le dice, crudamente cómo se refiere a ella: “Puta, vampiresa puta, mascullé entre dientes mientras me clavaba las uñas con fuerza en la palma de la mano”. El narrador se enreda con Alicia, se confunde con Lisandro en una lucha contra sus sentimientos; su atracción hacia Alicia, que lo domina, y él no quiere que lo gobierne, y hace como si la hiciese tirarse al mar, pero no llega a contarlo, sino que termina la historia con la angustiosa idea de que ella no volverá al lugar acostumbrado con Lisandro, y el narrador termina con la angustiante frase: “…y yo me río y lloro sin parar porque detesto el amor. Y me detesto”.
El intruso es un cuento poco frecuente en René del Risco: el relato corto. A partir de esta parte de su cadena de narraciones empieza lo que algunos tratadistas han llamado relato. Es sencillo, de poca extensión, intenso; breve, pero sin llegar al micro-relato. Es una historia de suspenso, en la que una relación infiel entre el narrador y una ejecutiva de oficina que luce compartir trabajo en una misma empresa, se hacen amantes y con cierta frecuencia almuerzan o van de fiesta con el marido. Al final, mientras ellos disfrutan su amor, el amante mira por la ventana y observa la presencia del marido que ha llegado en medio de la noche, quien observa el vehículo de ella parado en la calle, saca algo de entre su traje y avanza. El hombre sube hacia el apartamento. Es narrado en segunda persona, como si se lo contara a ella, a la graciosa mujer infiel con la que ha compartido tragos, horas de oficina, fiestas y placer sexual.
La mosca es excelente historia con el aire de lo real maravilloso. Aquí, el autor nos muestra cómo el pensamiento varía la impresión desagradable que nos produce algo, si logra asociarlo a una experiencia que nos es agradable. Un hombre que ha odiado siempre las moscas se ha engullido una que está en su trago. Negra, de asquerosas patas y sucia presencia. Su estómago, que quiere salirse, brotar, para no dejarla llegar, y él la siente en la boca, sobre la lengua, con toda su asquerosa y molestísima presencia. Al final, piensa en el azul, su color favorito. Entonces imagina la mosca de ese color y se le vuelve agradable. Ahora, en vez de querer vomitarla, resuelve amar su mosca azul y disfrutar el acto de tragársela.
El cuarto es un hermoso relato en el que el joven ya adulto está en el cuarto en que se desarrolló su niñez; en este momento está él con su madre gravemente enferma. Mientras la mira, se va al pasado, se acuerda de toda la vida feliz que ha disfrutado en esa habitación; hasta culminar con su regreso al presente en que ve el cuarto gris, lúgubre, triste. Cuando el médico le dice que ella ha muerto, en ese instante la habitación se ilumina.
Lapsus, es otra historiade lo real maravilloso. Las letras de un anuncio cobran vida, se despegan del mismo, caen sobre los automóviles, frente a las personas que pasan, las persiguen en loca y agresiva carrera, y especialmente al narrador en primera persona, parece que van a cortarlo, herirlo, matarlo, hasta que al final, se detiene todo y él ve que se trata de la palabra BOCACCIO. Estimo que en alusión al gran escritor italiano. Tal vez –especulo yo-anunciando la película de Passolini sobre los cuentos del libroEl Decamerón, de dicho autor.
La oportunidad es un relato breve que evidencia la crisis existencial de Del Risco, vista con el estilo limpio, poéticamente hermoso y gracioso que fue aprendiendo él con sus lecturas y escrituras. Se trata de un joven ejecutivo bien vestido, trajeado, encorbatado. Va a una entrevista del trabajo que sueña conseguir en la seccional dominicana de la famosa compañía Unión Americana de Seguros. Se cruza con una manifestación de protesta de los tiempos del balaguerato, en que el gobierno combinado con las agencias represivas norteamericanas eliminó a los cabecillas revolucionarios de la Guerra de Abril del 1965, en una especie de guerra preventiva. Al joven le entra una tristeza y nostalgia, y desea ser uno de esos jóvenes rebeldes, pero se imponen sus ansias de trabajar y alcanzar un más altoestatus social con su empleo.
Cuento inconcluso no es el título que le pusiera el autor. Fue llamado así por el editor y prologuista Miguel de Mena. Se trata de otro cuento sintomático, señalador de la crisis interior de amargura sufrida por René del Risco después de su participación en la Guerra de Abril de 1965, y luego tener que dedicarse a la publicidad, a promover productos comerciales, que en su conciencia cuestionaban su condición de revolucionario. Muestra el asco que le dan las mercancías mercadeadas, la vida de lujo que se dan los ejecutivos, etc.
No llegó a concluir el cuento, pero hay un párrafo que habla un poco de lo que sería un suicidio, que es lo que ha dicho un analista que concluiría la existencia del autor si no hubiese tenido el accidente que le quitó la vida.
Eso se siente en esta cita del cuento: “Eso lo pensarías. Yo sé que lo pensarías, pero solo para ti, sin decírmelo, sin decírselo a nadie, así como te enterraras un cuchillo en la soledad de tu cuarto”.
Señales de la cuentística de René del Risco Bermúdez
Resumen de objetos, formas, voces, locaciones y ambientes frecuentes, características de esta narrativa:
- Lo cinematográfico, porque cada cuento se basa en descripciones de movimientos, de tomas de corto, mediano y largo encuadre, como si fuesen los story board, story line, que hacía él para sus comerciales publicitarios.
- El mar está con frecuencia presente, como protagonista indirecto de las escenas, o como personaje vivo con sus olas y su incidencia en la vida humana.
- Los autos tienen una presencia altísima en estos cuentos, y de alguna manera sus detalles son narrados con marcas, modelos, tipos de cajas, etc., propio de que el autor aprecia y ama el automóvil casi como el complemento del hombre que le atribuye McLuhan cuando lo define como los pies del hombre.
- El cigarrillo tiene un lugar muy especial, e incluso su última famosa foto es con un cigarrillo. En los cuentos aparece con frecuencia como intermedio entre escenas, o como entretención provocadora del suspenso.
- La bebida, la droga LSD, las noches de fiestas y diversiones, los bares y compañeros de tragos.
- El apartamento, la oficina, la corbata, el peinado y vestir de la mujer.
- Los edificios, calles, habitaciones, de San Pedro de Macorís y la Capital dominicana, que fueron sus principales lugares de vida, además de un poco de Santurce, Puerto Rico, lugar donde vivió un par de años como exiliado político.
- Las voces preferidas por René del Risco son la segunda y primera persona, con lo cual él y su grupo generacional introducen una nueva forma de manejar la voz narrativa en la literatura dominicana; más moderna y cercana al boom.
- Los temas, enfoques y protagonistas son siempre los jóvenes, en sus luchas revolucionarias y sus diversiones, juegos y pleitos de la calle.
- En la medida en que va escribiendo más historias, su lengua va poniéndose más poética, y los cuentos más modernos y experimentales: como es, por ejemplo, lo de ir explicando al lector cómo va creando los personajes, o terminar un cuento mostrándonos que nada de lo narrado sucedió sino que lo imaginó motivado por un hecho que observa desde su oficina o en sus paseos en vehículos o a pie por el malecón.
En fin, que en René del Risco tenemos a uno de los protagonistas de la evolución actual de la literatura dominicana, ya que fue pionero en la forma de hacer sus cuentos, género en el que, como he dicho al principio, fue más intrépido e innovador que en la poesía, sin desmedro de esta, que es también valiosa, y ha ejercido un gran influjo en el quehacer literario dominicano. Es un clásico de la literatura dominicana, y por eso el Ministerio de Educación me ha pedido dictar esta conferencia, y el Ministerio de Cultura le dedica este año la Feria Internacional del Libro de Santo Domingo.
Muchas gracias.
Texto leído en un coloquio sobre la obra literaria de René del Risco en la Feria Internacional de Libro Santo Domingo 2017
Santo Domingo, miércoles 6 de marzo, 2017